Buenos Aires, abril de 2024 – Los investigadores Pablo Brumovsky, Florencia Coronel y Marcelo Villar recibieron el “Premio 2024 a la excelencia en investigación y tratamiento del dolor en países en desarrollo”, que otorga la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, por su sigla en inglés) desde el 2005.
“La dedicación y contribuciones en el avance de los programas relacionados con el dolor en Argentina han sido reconocidos como ejemplares por la IASP”, destaca la organización en su comunicación oficial.
El trabajo de los investigadores que se desempeñan en el Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional (IIMT), dependiente la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral y el Conicet, fue seleccionado entre un gran número de candidatos a nivel internacional.
El jurado valoró las contribuciones científicas de los investigadores a lo largo de casi tres décadas de trabajo ininterrumpido. El Dr. Villar fue el impulsor de esta línea de investigación en la Universidad Austral, surgiendo bajo su liderazgo el Programa de Dolor enfocado en la detección de los mecanismos que subyacen al dolor agudo y crónico como así también la identificación de blancos terapéuticos para desarrollar nuevas terapias y fármacos. Más adelante, se crearon el Laboratorio de Dolor en Cáncer, liderado por la Dra. Coronel, y el Laboratorio de Mecanismos e Innovación Terapéutica en Dolor, al frente del cual se encuentra el Dr. Brumovsky.
Investigación Traslacional
“Argentina ha avanzado mucho en la materia desde los años noventa, cuando no existía en el país un solo laboratorio de investigación que abordara el problema del dolor. Desde la Universidad hemos establecido un programa activo de investigación traslacional con el que aspiramos a brindar, en un futuro cercano, soluciones palpables a pacientes que sufren dolor”, agregó el Dr. Villar.
“Nuestro foco de atención se centra en mejorar la comprensión de los mecanismos fisiopatológicos que conducen al dolor patológico con el objetivo de identificar blancos promisorios para su control terapéutico. En particular en los últimos años, nos hemos abocado a comprender el rol de células no-neuronales, como las células madre mesenquimales, células del sistema inmune y células gliales, y la influencia que ejercen sobre la actividad de neuronas especializadas en la transmisión de dolor a nivel periférico y de la médula espinal”, destacó Brumovsky.
En el último tiempo, los investigadores – junto a un grupo de bioquímicos, médicos y biólogos- estuvieron enfocados en el diseño de un nuevo fármaco para tratar el dolor crónico de origen neuropático e inflamatorio. La solución se encuentra en fase de prueba con voluntarios sanos con el objetivo de testear la farmacocinética y seguridad del mismo.
Galardón internacional
Consultado sobre el significado que tiene el premio, el Dr. Villar sostuvo que se trata de “un reconocimiento a una larga carrera dedicada al estudio del dolor en el laboratorio” y que “se da en un momento en que estamos llevando nuestras observaciones y logros al ser humano con experimentos clínicos efectivos y la posibilidad de desarrollo de un producto farmacéutico concreto que sirva a un sector de la sociedad que padece de dolor crónico y para lo que no hay tratamientos efectivos”.
Para el Dr. Brumovsky, el galardón simboliza “un respaldo de prestigio al enorme sacrificio que personas e instituciones realizamos cada día para contribuir al conocimiento sobre un tema que afecta transversalmente a la población mundial, como lo es el dolor. Además, me motiva a ir por más y a mostrarle a los más jóvenes un camino que no decepciona si se inicia con vocación, ahínco y fe inquebrantable en el mucho bien que puede uno hacer por la persona que sufre”.
“Este reconocimiento nos impulsa a seguir explorando nuevos horizontes y a continuar trabajando con entusiasmo y determinación en la búsqueda de soluciones a los desafíos científicos y sociales que enfrentamos, particularmente en el campo del dolor crónico. Esperamos que nuestro trabajo continúe siendo una fuente de inspiración y motivación, sobre todo para las nuevas generaciones de científicos que trabajan en el campo del dolor y más allá”, finalizó la Dra. Coronel.