sáb. Nov 23rd, 2024

Durante mucho tiempo, la automedicación incluyó en la población el consumo de antibióticos sin una estimación médica que avale la real necesidad ante cuadros respiratorios estacionales como gripes, resfríos o bronquitis. Esa costumbre se fue instalando y provocando innumerables problemas de salud en los pacientes, ya que se trata de un medicamento que debe ser indicado para casos específicos.

Desde 2022, en nuestro país rige la Ley 27680, que incorporó la obligatoriedad del expendio de antibióticos sólo con receta médica y desde diferentes sectores vinculados a la Salud se intensificaron las campañas para su uso responsable. “Tenemos que tener en cuenta que las últimas generaciones de antibióticos para combatir bacterias son de la década del 60, o sea que estamos muy acotados en cantidad para poder luchar contra las enfermedades microbianas. Por eso hay que trabajar intensamente para concientizar sobre el uso racional de ese fármaco, sino en algún momento nos podemos quedar sin herramientas” explicó Daniel Carnevale, integrante de la Federación Argentina de Cámaras de Farmacias (FACAF), una de las instituciones que viene realizando campañas para educar, informar y advertir sobre el tema.

Es que una de las principales consecuencias del uso inadecuado de antibióticos y en casos que no son requeridos para el tipo de afección, es la resistencia que produce en posteriores tratamientos. “El médico en general receta un antibiótico cuando hay una infección de tipo bacteriana. Hay ocasiones que las infecciones se originan por un cuadro viral y en esos casos los antibióticos no actúan sobre los virus. De ahí la importancia de la evaluación médica y la prescripción específica del tipo de medicación que requiere el paciente.  También ocurre que a veces el paciente no sigue el tratamiento que el profesional plantea, ya sea porque no realiza las tomas correctamente o interrumpe las dosis ante del período indicado y esto hace que no se eliminen la totalidad de los gérmenes diagnosticados. Entonces si más adelante y ante la persistencia del cuadro si se inicia un nuevo tratamiento con el mismo antibiótico  es altamente probable que resulte resistente en sus efectos sobre la enfermedad” agregó Carnevale.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la resistencia a los antimicrobianos es una de las diez principales amenazas de la salud pública a las que se enfrenta la humanidad. También hay informes de organizaciones internacionales que estiman que de no revertirse esa tendencia, la resistencia a los antibióticos será responsable en 2050 de más de 10 millones de muertes en todo el mundo.

Un análisis publicado en la revista médica británica “The Lancet” sobre la resistencia bacteriana a los antimicrobianos, cita la cifra de 1,27 millones de muertes causadas directamente en 2019 por la infecciones multirresistentes y eleva hasta los casi 5 millones los fallecimientos que estuvieron relacionados indirectamente con la resistencia a los antibióticos.

Los farmacéuticos de FACAF insisten en que el uso racional implica que el paciente “debe tomar antibióticos sólo cuando el médico lo receta, respetar todas las dosis y días de tratamiento indicado”. “En muchas ocasiones los pacientes por experiencias previas y por sugerencia de familiares toman o compran algún tipo de producto para tratar afecciones creyendo que la solución llega con dos o tres tomas cuando se sienten mejor y en realidad deben entender que están generando una situación muy complicada hacia adelante. Porque ese modo inadecuado de medicación sólo reduce en una parte las bacterias y seguramente al retomar o iniciar otro tratamiento con el mismo medicamento se vuelve resistente.” agregó Carnevale. 

El referente de FACAF citó que algunas estadísticas europeas y de EEUU, aseguran que el 60% de la automedicación genera el avance de otro tipo de patologías más complicadas. Y en nuestro país, durante mucho tiempo tuvimos la experiencia de una actitud de automedicarse muy importante”.

La intervención del farmacéutico en los procesos sanitarios resulta un eslabón muy fuerte, en el momento de aconsejar y de proveer medicamentos. “Es en el mostrador de la farmacia donde nosotros debemos realizar todo el tiempo docencia y tratar de llevar claridad a los pacientes sobre el uso racional de estos productos que no son golosinas. Todos los antibióticos son de venta bajo receta, pero también hay fármacos de venta libre lo que no implica que sean inocuos, ningún producto que se expende en una farmacia lo es” explicó Carnevale.

Y agregó “Acceder a un medicamento libre no es seguro. Debe haber una supervisión médica previa y el criterio profesional del farmacéutico para el expendio. Por ejemplo si un paciente pide una aspirina, porque la puede comprar en cualquier lugar, tenemos la responsabilidad de cotejar otros datos de su salud: si está tomando anticoagulantes o tiene predisposición a problemas gástricos, para evitar complicaciones que pueden ir desde una úlcera, una hemorragia severa o una granulositosis que es una enfermedad muy grave”.

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