Así lo expresó la referente local del Frente de Todos Constanza Alonso, a 10 años de la muerte de Néstor Kirchner
Al cumplirse el décimo aniversario del fallecimiento del ex presidente de la Nación Nestor Kirchner, la concejal y Jefa Regional de ANSES, Constanza Alonso, recordó su figura en una publicación y compartió un video a través de las redes sociales, recordando el paso de Kirchner por Chivilcoy.
El recuerdo de Constanza Alonso
Tengo un recuerdo muy vívido del día que murió Néstor. Creo que todos lo tenemos. Son esas fechas importantes en las que una recuerda lo que estaba haciendo ese día. Yo estaba en Buenos Aires, vivía en el departamento de arriba de la casa de mi abuela. Recuerdo que era feriado porque era el día del censo nacional.
Habían venido de visita mi mamá y mi tía porque mi abuela estaba por cumplir 80 años y le habían regalado un viaje a El Calafate, justo a El Calafate. Estábamos desayunando, esperando al censista, y en la radio dieron la noticia: Néstor Kirchner había fallecido. Me descontrolé; empecé a hacer llamados, perdí la cuenta de las veces que subí y bajé de un departamento a otro. Tal es así que mi vieja me dijo: “Bueno, Coty, no exageres, parece que se hubiera muerto tu padre”. Y en parte mi mamá tenía razón porque para nosotros Néstor era como un padre; el padre de nuestra generación política.
Angustiada, desolada, me fui al Centro, a la Unidad Básica en la calle Piedras. Entonces empezaron a llegar las compañeras y compañeros. Abrazo, llanto. Abrazo, llanto. Abrazo. Llanto. El dolor y el desconcierto eran inmensos. Escuchamos que empezaba a ir gente a la Plaza de Mayo y nos fuimos para allá. Tres días nos quedamos en la Plaza.
Es inevitable sentir una profunda emoción al recordar esos días que quedaron grabados en nuestros corazones, pero también es difícil resumir lo que sentimos en aquellas jornadas intensas. Aunque el paso del tiempo permite establecer algunas conjeturas de lo que Néstor significó para nosotros.
Luego del estupor y la tristeza, comprendimos que su partida había alumbrado la dimensión de su legado. No había mucho más tiempo para llorarlo. La mejor manera de tenerlo presente era seguir adelante. Porque Néstor nos había enseñado que la política está en el día a día, en el trabajo cotidiano, y que es la herramienta esencial para transformar la realidad.
Néstor tuvo un vínculo especial con los jóvenes. Nos dejó un lugar central en el escenario de la historia política de nuestro país: la posibilidad de ser protagonistas. Confió siempre en que nosotros íbamos a asumir las grandes responsabilidades que tenemos como militantes de un proyecto político. Un proyecto que pretende que haya cada vez más jóvenes comprometidos trabajando con los humildes y con los más necesitados. Nos formó para ser militantes del amor y la igualdad sin perder nunca la alegría. Supo ser el puente entre los sueños de “la generación diezmada” y la construcción de un país para todas y todos en el que florecieran mil flores. Hoy somos esas flores que él plantó y estamos siguiendo adelante con su legado para consolidar una Argentina más justa y solidaria.
“Por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política, ésta es la oportunidad de la transformación, del cambio cultural y moral que demanda la hora, cambio es el nombre del futuro”.
Esa frase nos marcó como generación y nos dio la noción de que el futuro no era una idea abstracta sino una tarea colectiva en la que podíamos tener un lugar protagónico. Yo formé parte de una generación que no tenía un espacio político que la representara. Lo que prevalecía era el desencanto y la frustración. La política estaba asociada a los peores valores. La irrupción de Néstor fue una bocanada de aire fresco que vino del Sur para interpelarnos y darnos la oportunidad de pensar la realidad con otra lógica. Pasamos de la resistencia al reinado neoliberal a un proceso colectivo que recuperó la política como herramienta de transformación de la realidad, como vocación de servicio y como responsabilidad social por el otro.
Néstor fue un ejemplo que nos guió por un camino que creíamos que estaba cerrado para siempre. Él abrió la puerta para nuestros sueños. Aquel 27 de octubre de 2010 nos legó una tarea para la cual nos había estado formando casi sin que nos diéramos cuenta, en cada discurso, en cada charla, en cada encuentro público, en cada picardía.
Con Néstor aprendimos que las convicciones no se dejan en ninguna puerta, no se negocian ni se manchan. Nos enseñó a actuar con coraje pero con alegría.
Pasaron 10 años de aquella despedida en la que te convertiste en eterno. Por eso sólo quiero decirte gracias y hasta siempre.