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La última edición del Ag Barometer Austral, que elabora el Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, indica una leve mejora en la confianza de los productores, basada fundamentalmente en las expectativas futuras, aún incluso con niveles negativos.

Sin embargo, 6 de cada 10 productores piensa que no es un buen momento para realizar inversiones en activos fijos, lo que significa una importante caída en relación a los sentimientos manifestados por ellos en marzo pasado.

Existe una gran preocupación por las condiciones climáticas y se cree que, en muchos casos, los daños al trigo son irreparables, generando además una reducción en la siembra de maíz.

Rosario, Sante Fe; octubre de 2022 –  Si bien hay una pequeña mejora en el índice de Confianza de los Productores, esto se debe a las perspectivas futuras a cinco años. El Índice Ag Barometer del mes de septiembre, que elabora el Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Australhoy expresa que las condiciones presentes y las expectativas para la campaña 2022/23 presentan situaciones complejas, tanto desde el punto de vista climático como desde el punto de vista político y económico.

El pesimismo de la situación presente se vislumbra en el hecho de que el 66 % de los productores piensan que no es un buen momento para invertir, ubicándose este índice muy por debajo de los números alcanzados en los meses de marzo/mayo, donde tuvieron lugar inversiones muy importantes en maquinarias y equipos.

“Asimismo, un 71 % de los productores no piensan invertir en los próximos 12 meses, justificando ese comportamiento negativo en los posibles riesgos que implica la incertidumbre política y económica, la ausencia de financiamiento con altas tasas de interés y los riesgos propios del sector”, indica el informe de la Universidad Austral. Otra justificación es también la inexistencia de proyectos atractivos.

Otro factor que aporta negatividad es el clima. Existe una gran preocupación por los acontecimientos climáticos, donde se esperan pérdidas importantes en la producción de trigo (en algunos casos irreversibles) y un impacto sobre la siembra de la cosecha gruesa.

El 59% de los productores teme que se avecinen problemas climáticos severos, “y opinan que deberían hacerse cambios en los planteos productivos para que los mismos sean acordes a dichas contingencias climáticas”, expresan los especialistas.

Por otra parte, un 49% de los productores estiman daños irreparables en el trigo, mientras que un 37% piensa que hay posibilidades de recuperación. La gran mayoría (68%) no piensa incrementar significativamente el área de soja sembrada a expensas de la siembra de maíz, debido a la falta de lluvias a la fecha.

A pesar de todo, el informe revela que la caída se vería compensada por un pequeño aumento en la producción de soja de girasol. Sin embargo, la previsión de la caída en el área sembrada y la producción total puede ser mayor si las condiciones climáticas no muestran cambios.

Algunos números positivos

La mejora del nuevo índice de confianza de septiembre, en relación con la medición del mes de julio, se basa, fundamentalmente, en el crecimiento de las expectativas futuras “y viene traccionada principalmente por las buenas perspectivas que los entrevistados ven en el sector para los próximos cinco años”.

Para los académicos, “este resultado puede provenir de las expectativas vinculadas a un posible cambio de gobierno en el año 2023, un hecho que podría traer aparejado una serie de políticas más amigables para el sector agropecuario”. En el corto plazo, no se modifican las expectativas ya que la implementación del dólar soja se vislumbra como “apenas un parche” y no como una medida estructural tendiente a corregir el tipo de cambio atrasado (más retenciones) que afecta gravemente la competitividad del sector.
El impacto del dólar soja sobre las ventas y la utilización de dichos fondosEsta última edición del Ag Barometer Austral incluye un apartado sobre el dólar soja, cuyo resultado superó las expectativas del gobierno en materia de ingreso de divisas y produjo la comercialización de alrededor de 11 millones de toneladas que permanecían en poder de los productores. “La medida está impulsada por la desesperante situación de reservas del Banco Central, tratándose en definitiva de ingresos que van a faltar en los próximos meses”, expresa el informe.“Un tema controversial se planteó acerca de la utilización de esos ingresos por parte de los productores y, en el caso de nuestra encuesta, encontramos que una gran parte los fondos se aplicarían a la compra de insumos y pago de cuentas pendientes o arrendamientos; mientras que apenas un porcentaje bajo de los productores ha mencionado la utilización de los fondos para la compra de Dólar MEP”, detallan los especialistas.
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