Con la vuelta de la presencialidad a las escuelas podrían retornar estas molestias entre los alumnos. Desde el COKIBA difundieron una serie de consejos para padres y alumnos a la hora de usar este útil extendido entre los estudiantes.
Volvió la presencialidad a las aulas, los chicos a las escuelas y las mochilas a las espaldas de los alumnos. Junto con la nueva normalidad sobreviene una preocupación: ¿Cómo evitar que este artículo clave en el proceso de enseñanza provoque dolores y trastornos en los niños, niñas y adolescentes en edad escolar?
El Colegio de Kinesiólogos de la Provincia de Buenos Aires (Cokiba) difundió una serie de recomendaciones y sugerencias que surgen de revisar los estudios científicos y las publicaciones especializadas sobre esta cuestión que involucra al menos a cinco millones de niños y niñas de la Provincia que asisten al sistema de enseñanza inicial, primario y secundario bonaerense.
“Existe un consenso generalizado sobre el mal uso de las mochilas que podría estar asociado a los dolores de espalda, cuello y hombros”, explicó el licenciado Pablo Dolce, kinesiólogo fisiatra (M.P. 2685). Aunque el especialista aclaró que esta afirmación siempre va asociada “a otros factores como el sedentarismo, la distancia de traslado y el tiempo que un niño debe recorrer caminando de su casa a la escuela. También influyen el crecimiento acelerado del sistema osteoarticular en la edad pediátrica y cuestiones psicosomáticas”.
En el Cokiba explicaron que se han estudiado distintos aspectos del uso de mochilas como son el diseño, la forma de cargarla y el peso límite, para determinar si estas variables podrían ser un factor de riesgo del dolor de espalda.
Desde la institución colegiada que nuclea a más de 9.000 profesionales de toda la Provincia explicaron que “en relación con el diseño, se recomienda que los niños utilicen una mochila que se adapte a sus condiciones físicas”.
Además, hay que recordar otras recomendaciones: “El peso no debería superar el 15 % del peso corporal. Debe llevarse colgada de los dos hombros a la vez, la carga repartida simétrica y los elementos más pesados ubicados más cerca de la espalda. El peso deberá quedar equidistante entre los hombros y la cintura, repartido homogéneamente entre la columna dorsal y lumbar para evitar compensaciones que alteren la postura y la dinámica de la marcha”.
En cuanto a las características que deberían tener esos elementos que se usan para trasladar los útiles, es fundamental tener en cuenta el consejo de los especialistas que indica que “las tiras de la mochila deberán ser anchas, contorneadas y acolchadas, para reducir la compresión, aportar comodidad y facilitar una mejor distribución del peso a través de los hombros. El respaldo también deberá ser acolchado y firme, para mayor comodidad y protección”.
La evidencia científica sugiere que la mochila deberá tener bolsillos y compartimentos suficientes para organizar mejor el contenido, y podrá tener un cinturón torácico y/o lumbar para estabilizar y distribuir mejor la carga.
Una variante, que aparece como menos “perjudicial”: Las mochilas con ruedas también se utilizan para transportar los útiles de la escuela, pero son difíciles de manejar en las escaleras, medios de transportes y sobre terrenos irregulares. Por esa razón, se recomiendan cuando se lleve un peso elevado y siempre que estas se adapten a las condiciones del niño y sean regulables en altura.
¿Cuáles son los riesgos vinculados al mal uso de estos útiles extendidos en el sistema escolar según el Cokiba?
Una mochila muy pesada podría aumentar el consumo de energía y producir una inclinación exagerada del cuerpo hacia delante, tensando la musculatura posterior del cuello, hombros y espalda.
Los expertos consideran que una forma de alivianar el peso es evitar que los niños transporten diariamente todos los útiles escolares, lo que se evitaría planificando las tareas día a día e instalando un sistema de taquillas o armarios en las escuelas, donde los/as niño/as puedan dejar parte de sus útiles.
El licenciado Dolce asegura que “atribuir el dolor de espaldas sólo a la mochila sería un error. Se conoce la tendencia cada vez más sedentaria de la población pediátrica (y de la población en general), lo que genera falta de desarrollo en la masa y la fuerza muscular, alteración del desarrollo psicomotor, disfunciones músculo esqueléticas debido a las malas posturas producto del encierro y el uso excesivo de pantallas. En muchos casos a todo esto se suma el aislamiento social y los trastornos de la conducta”.
Para evitar complicaciones y eventuales molestias entre los alumnos, los kinesiólogos sugieren la práctica del deporte y la actividad física. “Se comportan como un factor de protección, tanto frente al dolor de espalda como en la mejora de la fuerza muscular y la postura, la performance psicomotriz y el comportamiento social de los niños. Por lo tanto, el deporte y la actividad física deberían ser parte de los planes de promoción y protección de la salud”, concluyó Dolce.